Elegantemente vestidos, acudimos al colegio para ir de cotillón. Lo celebramos en el gimnasio, donde nos esperaba un aperitivo y una pista de baile en la que mover el esqueleto con música marchosa. Después del baile, tomamos los doce lacasitos al son de las doce campanadas, y brindamos con champín por un feliz 2011.
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